El déficit en cuenta corriente al tercer trimestre del año acumula para los últimos cuatro trimestres cerca de 27.000 millones de dólares, lo que equivale a 4,4% del PIB. El 2017 podría terminar con un déficit total de 30.000 millones. Estos niveles están bastante por encima de las estimaciones del FMI, que preveía resultados de este tenor recién para el año 2022. Si bien varias economías observan o han observado un déficit semejante, la preocupación refiere específicamente a los riesgos que aparecen en el caso argentino.
Como ocurre con muchas estadísticas económicas, un déficit en cuenta corriente puede ser interpretado de muchas maneras. Domingo Cavallo solía decir que era una excelente noticia porque revelaba una saludable preferencia de los inversores internacionales por prestarle dinero a nuestro país. Dado que la cuenta corriente es por definición el reverso de la cuenta capital y financiera (incluyendo la acumulación de reservas), el ex ministro aprovechaba para centrarse en el “lado financiero” de la balanza de pagos.
Pero claro, un préstamo produce una deuda, y las deudas hay que pagarlas. Como Argentina ha tenido una historia difícil en este sentido, parece sensato tomar algunas precauciones al respecto. La pregunta clave de acuerdo a la situación externa es si la dinámica del déficit es o no sustentable, que es lo mismo que preguntarse si Argentina podrá enfrentar el pago de esta deuda en el futuro.
Un dilema proverbial que ha enfrentado nuestro país es que el déficit en cuenta comercial es enteramente privado (al menos directamente), mientras que el superávit en la cuenta capital es predominantemente público. Si el Estado no recabara suficientes dólares en el exterior, sus reservas cederían por no financiar el déficit en cuenta corriente, dando lugar en algún momento a una devaluación. De modo que en parte la razón por la que el dólar se halla más o menos fijo es debido a este equilibrio transitorio entre oferta de divisas (pública) y demanda de divisas (privada).
¿Qué determina la evolución de cada lado de este mercado? Los motivos detrás del comportamiento de ambas variables es bastante independiente. El déficit comercial se podría explicar por un tipo de cambio eventualmente barato, o una perspectiva de los agentes de un aumento de la productividad futura. Pero el superávit en la cuenta financiera se asocia con las necesidades de financiamiento del sector público. Esto quiere decir que si el déficit en cuenta corriente se acelera de golpe (aumentando la deuda del sector privado) y al mismo tiempo el gobierno reduce sus necesidades de financiamiento, las divisas escasearán.
En un contexto de tipo de cambio flexible, este desequilibrio podría desembocar en una devaluación de la moneda.En un país estable o desarrollado, el ajuste cambiario podría resolver la cuestión sin mayores dificultades, pero en Argentina las devaluaciones tienden a ser traumáticas. El público general es muy sensible a los movimientos cambiarios y en ocasiones tiende a amplificarlos con una conducta defensiva. Como las deudas están en dólares, los grandes movimientos en la divisa aumentan el valor de la deuda y pueden provocar rupturas de contratos dolarizados con fuertes disrupciones que afectan los canales de crédito. Adicionalmente, las devaluaciones bruscas tienden a producir inflación, caídas del salario real y un rápido y marcado deterioro en las variables sociales. Y por supuesto, todos estos impactos son los que hacen que las devaluaciones en Argentina tiendan a contraer la actividad económica local.
Para que el tipo de cambio flexible funcione adecuadamente equilibrando oferta y demanda de divisas de manera continua, necesitaríamos asegurarnos de que el mercado cambiario funciona sin fallas. Sin embargo, en Argentina este supuesto puede ser demasiado arriesgado, y aun en un mercado flexible el tipo de cambio puede alejarse durante demasiado tiempo del valor que aseguraría la sostenibilidad externa. Por eso un déficit en cuenta corriente creciendo demasiado rápido es una preocupación real que debe ser atendida.
*Economista, docente de Macroeconomía de la UBA, ex Director del Ministerio de Economía.
 Por Pablo Mira
28 de Diciembre de 2017 12:47