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Opinión
Lunes, 23 de abril de 2018 | Edición impresa
El 2001 y la economía actual son
situaciones incomparables - Por Roberto Azaretto
Por Roberto Azaretto - Ensayista e historiador
La
crisis que el gobierno del presidente Macri heredó del kirchnerismo, es
exactamente la antítesis de la crisis financiera de 2001. Tanto
economistas como políticos, entre ellos el ex presidente Duhalde,
cometen el error de comparar la situación actual de la economía con
2001. La crisis de 2015, heredada por el gobierno de Macri, se parece a
las crisis de 1974-mayo de 1975, que terminó explotando en el Rodrigazo,
o a la crisis de 1988-abril 1989 que terminó explotando en las
hiperinflaciones de 1989 y 1990.
Macri ha evitado una explosión
inflacionaria como la de 1975 o la de 1989. La génesis de estas dos
crisis, como la que Perón pudo manejar con menos costos explosivos
inmediatos en 1949, al final de la experiencia de derroche y disparates
populistas de Miguel Miranda en el manejo de la economía, fue el aumento
exagerado del gasto público, con déficit fiscal financiado con emisión y
con inflación reprimida por controles de precios, de cambio y atrasos
tarifarios.
Una característica crucial de las crisis de 1949, 1975
y 1989 tenía que ver con la economía real (no financiera). Se trataba
de una economía cerrada que había acumulado cuellos de botella en los
sectores de infraestructura por falta de inversión, en cuyos mercados de
bienes y servicios el gobierno intervenía discrecionalmente, con
controles de precios, subsidios e impuestos distorsivos.
Había
controles de cambio y una gran brecha en la cotización del mercado
paralelo y el mercado oficial. Por supuesto, el nivel del gasto público
como porcentaje del PBI y los déficits fiscales primarios, eran enormes.
Fueron crisis fiscales e inflacionarias con una gran cantidad de
cuellos de botella y distorsiones creadas por el intervencionismo
estatal discrecional.
La crisis de 2001 fue diferente. Estuvo
precedida por 10 años de estabilidad de precios, sin ningún tipo de
control de cambios ni de precios, y con una economía totalmente abierta,
sin cuellos de botella en sectores de infraestructura, y con amplia
capacidad instalada en todos los sectores. Con un nivel de gasto público
como porcentaje del producto mucho más bajo que en las crisis
anteriores y con un déficit fiscal primario que, en el peor momento, no
excedió del 1% del PBI.
Existió una crisis fiscal pero originada
no en un aumento desmedido del gasto público primario sino en el
endeudamiento de la Nación, que comenzó en 1995 por la crisis Tequila,
pero que se acentuó entre 1997 y 1999 a pesar de que la economía se
recuperó muy bien de aquella crisis y por el endeudamiento muy
imprudente de las provincias con el sistema bancario local, entre 1997 y
2001.
Se
trató de una crisis deflacionaria, porque la fortaleza que tenía el
dólar en aquella época provocó también una fuerte apreciación del peso
en un momento de fuerte caída de los precios de exportación de los
productos argentinos. A la convertibilidad con tipo de cambio fijo se le
puede achacar la responsabilidad por la deflación, pero no por la
crisis financiera. Esto se pudo haber solucionado con una canasta de
monedas, incluyendo, además del dólar, el euro y el real.
La única
solución razonable para esa crisis era dejar flotar el Peso sin
abandonar la convertibilidad (es decir sin pesificar compulsivamente los
depósitos y préstamos en dólares) luego de reestructurar ordenadamente
los pasivos para reducir la factura de intereses de la Nación y
provincias y remover todos los vencimientos a corto plazo de la deuda
pública, de tal forma que la depreciación del Peso, que seguiría a la
libre flotación y que era necesaria para sacar al país de la deflación,
no agravara la crisis financiera.
Luego del lamentable espectáculo
de un Congreso festejando la cesación de pagos en la semana de
desgobierno de Adolfo Rodríguez Saá se impusieron las propuestas de la
Unión Industrial de entonces que, liderada por De Mendiguren, le vendió a
Duhalde, violando los contratos y derechos de propiedad y transfiriendo
riqueza de los pequeños ahorristas a los grandes grupos económicos que
se liberaron de sus pasivos.
El
gobierno ha heredado no sólo un déficit fiscal elevado sino un gasto
público insostenible y con serias carencias de infraestructura económica
y social. Algunos economistas profesionales, bien formados, con cargos
en este gobierno, tienen la ilusión que el tipo de cambio flotante sea
el reaseguro de que no se producirá una crisis financiera como la de
2001. Ellos, hasta hace muy poco, creían que la apreciación exagerada
del peso en términos reales era siempre fruto del tipo de cambio fijo.
Ahora, que se han dado cuenta de que altos déficits fiscales combinados
con política monetaria restrictiva provocan apreciación real del peso,
incluso mayor y más tempranas que en épocas de tipo de cambio fijo,
deberían advertir que el tipo de cambio flotante no evita las crisis
financieras.
El ejemplo es la crisis de 2008 en los Estados
Unidos, que tiene el más flotante de todos los regímenes cambiarios
imaginables. En ese año sufrió una enorme crisis financiera, incluso más
grave que la de Argentina en 2001, debido a los préstamos imprudentes
que se dieron a quienes se endeudaban con hipotecas sobre sus viviendas,
que luego no iban a poder pagar. Las hipotecas sub-prime de los bancos
estadounidenses fueron el equivalente a los préstamos a las provincias
de los bancos argentinos entre 1997 y 2001.
Las crisis financieras
suceden porque aumenta imprudentemente el endeudamiento, público o
privado, a tasas reales de interés demasiado elevadas.
El régimen
cambiario tiene poco que ver con las crisis financieras. Sí con las
explosiones inflacionarias que siguen a las crisis financieras, porque
cuando llega un régimen populista, la tentación de emitir dinero
descontroladamente para resolver cualquier tipo de crisis, es muy alta.
Por
eso hay tres reflexiones adicionales para hacer sobre los economistas,
aunque tengan una sólida formación académica. Una es la falta, en
muchos, de conocimiento de la economía real. La segunda es tener en
claro los contextos internacionales; la tercera, tener buenos
conocimientos de historia económica y de los ciclos.
Estados
Unidos afrontó con solvencia la crisis de 2008, porque el titular de la
Reserva Federal era un estudioso de la crisis mundial de 1929.
Deudas & amenazas de default: Crece la preocupación del FMI y G-20
En Washington DC se habló de temas que
no se han difundido en la Argentina, en especial durante el 2do.
encuentro de responsables de Finanzas del G20, aunque también durante la
reunión del FMI. "La amenaza de que una decena de estos países se
encuentren en una situación previa a la quiebra es muy alta y ya
comenzaron a sonar 'todas las campanas' en el FMI, en el BM y en los
veinte'. Muchos colegas de diversos países se refieren a que finalmente
hay que crear un mecanismo que no permita la super-acreditación (crisis
prevention)", afirmó el viceministro de Financias de Rusia, Serguéi
Storchak, uno de los que manifestó su preocupación.
Por
Urgente 24
Lunes 23 de abril de 2018
22:29 hs
"La carga de intereses se ha duplicado en los últimos 10 años hasta alcanzar cerca del 20% de los impuestos. "“La
amenaza de que una decena de estos países se encuentren en una
situación previa a la quiebra es muy alta y ya comenzaron a sonar ‘todas
las campanas’ en el FMI, en el BM y en los G20´ y no sólo en los G20´.
Pero por ahora esto es solo palabras, por ahora no hay ningún plan de
acción aunque por lo visto aparecerá rápido. Muchos colegas de diversos
países se refieren a que finalmente hay que crear un mecanismo que no
permita la super-acreditación (crisis prevention)”, afirmó el viceministro de Financias de Rusia, Serguéi Storchak, durante la reunión del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, de acuerdo a la minuta que halló y tradujo Hernando Kleimans. En
esas circunstancias en Washington DC ocurrió el 2do. encuentro del año
de los titulares de Finanzas del G20. El equipo económico argentino
estaba presente.
No fue una casualidad que horas después el ministro de Finanzas, Luis Caputo, orador en el Center for Global Development, le dijo a los presentes, entre ellos funcionarios de la región: "Estamos trabajando para depender menos del financiamiento externo y depender más de nosotros mismos".
"La
deuda no controlada es apenas un síntoma de problemas más profundos en
la política financiera que llevan a cabo estados soberanos concretos”, fue una concreta alerta del viceministro ruso Storchak.
Serguéi Storchak, viceministro ruso de Finanzas.
"Es imposible entender en qué
lugar, por qué metodología estos países pueden lograr la
reestructuración de la deuda y tanto más su cancelación. Este tema ya se
escuchó en el Comité de Desarrollo, atañe al FMI porque es un tema de
la estabilidad financiera global. Resulta un nudo enredado”, agregó Storchak.
Según sus palabras, el FMI tiene un instrumento que regula estas relaciones: a los países que solicitan programas contingentes, como norma el FMI dispone la prohibición al acceso a financiamiento a tasas de mercado sin facilidades. “Parece que esto no funciona demasiado bien porque no son muchos los países con los que el Fondo trabaja. Ucrania y algún otro”, reconoció Storchak.
Precisamente durante el verano 20117/2018, abundaron
los rumores de que la Argentina podría solicitar un auxilio financiero
contingente en el FMI, aunque todo fue desmentido cuando la directora-gerente del organismo multilateral, Christine Lagarde, visitó al presidente Mauricio Macri en Ciudad de Buenos Aires.
Algunos
países tiene prohibida en su Constitución Nacional la solicitud de
préstamos para la financiación de sus obligaciones corrientes. Sin
embargo esto no quita profundidad al tema: son los préstamos de mercado en vez de los que ofrecen países y organismos multilaterales los que incrementan el riesgo-país, recordó Storchak.
Según Andréi Bokariov,
director del Departamento de Relaciones Internacionales Financieras del
Ministerio de Finanzas ruso, el problema se acentuó porque los inversores prestaron atención a los papeles de deuda de los países en desarrollo, que ofrecen altos beneficios.
En la etapa de negociaciones tanto el acreedor como el tomador tienen diferentes objetivos. "El
acreedor soberano antes que nada quiere “salvar” su dinero en tanto que
el tomador necesita resolver urgencias del momento que le permitan
permanecer otro año en el poder”, puntualizó. “Podemos
hablar cuanto querramos sobre la responsabilidad del acreedor pero si
el tomador toma los créditos incorrectamente -por ejemplo, los objetivos
de los recursos son incomprensibles- y comienza a financiar sus gastos
corrientes con ese dinero, es el camino directo a la cesación de pagos”, advirtió el viceministro.
En los últimos 10 años, las economías de mercados emergentes han sido las responsables de la mayor parte del aumento.
Tobias Adrian,
consejero financiero y Director de Asuntos Monetarios y Mercados
Financieros del Fondo Monetario International (FMI), en un informe que
tituló "El accidentado camino que tiene por delante el sistema financiero mundial", también se refirió al debate que ocurre en el organismo multiltateral:
"(...) La
evaluación que recoge el último Informe sobre la estabilidad financiera
mundial (GFSR, por sus siglas en inglés) está basada en la nueva
metodología de “crecimiento en riesgo” que vincula las condiciones
financieras y la distribución del crecimiento económico futuro. Dadas
las condiciones financieras actuales, los riesgos para la estabilidad
financiera y el crecimiento son elevados a mediano plazo. Esto se debe a
que los bajos intereses de los
últimos años, necesarios para fomentar el crecimiento económico, han
creado un entorno en el que las vulnerabilidades han aumentado. Estas
vulnerabilidades podrían agravar la siguiente desaceleración económica
y, también, hacer que el camino por delante sea accidentado.
Al aumentar los desequilibrios, un shock en el sistema económico o financiero provocaría un ajuste más doloroso.
¿Cómo pueden
accidentar el camino las vulnerabilidades financieras de hoy? Al
aumentar los desequilibrios, un shock en el sistema económico o
financiero provocaría un ajuste más doloroso. Por ejemplo, un
aumento más rápido de lo previsto de la inflación estadounidense podría
hacer que la Reserva Federal y otros bancos centrales replieguen la
política monetaria laxa, lo cual podría sacudir los mercados financieros.
Otro riesgo es una escalada más amplia de las medidas proteccionistas,
lo que pasaría factura tanto a los mercados financieros como al
crecimiento. En ambos casos, un descenso repentino de los precios de los
activos podría revelar las vulnerabilidades del sistema financiero. El
informe GFSR identifica tres ámbitos de vulnerabilidad: la disminución
de la calidad del crédito; vulnerabilidades asociadas al endeudamiento
externo en mercados emergentes y países de bajo ingreso; y desajustes de
liquidez en dólares en bancos fuera de Estados Unidos.
Los
países de bajos ingresos podrían verse afectados, ya que más del 40% se
encuentra en alto riesgo de situación crítica causada por el
endeudamiento.
Los flujos de
capital extranjero se han mantenido vigorosos en los últimos años, en
los que más economías emergentes y de ingreso bajo se han beneficiado de
las condiciones favorables de financiación externa. Pero, a
medida que la corriente de liquidez a nivel mundial retrocede, los
flujos hacia los mercados emergentes podrían disminuir en hasta US$
60.000 millones anuales, lo que equivale a una cuarta parte de los
totales anuales entre 2010 y 2017. (...) Los países de bajos
ingresos podrían verse afectados, ya que más del 40% se encuentra en
alto riesgo de situación crítica causada por el endeudamiento. (...)".
Alrededor
de 70% del financiamiento en dólares de los bancos no estadounidenses
que operan a nivel internacional dependen de fuentes a corto plazo o
mayoristas.
En la 2da. reunión financiera del G20, en
Washington, ministros y expertos en finanzas se concentraron en el tema
del libre comercio en medio de los temores que genera la difusión del
proteccionismo.
El foro multilateral arrancó el encuentro justo después del anuncio de los aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump
al acero y aluminio que generaron la respuesta china y la posibilidad
de una guerra comercial. Asistieron a la reunión del G20, que este año
preside Argentina, 22 ministros de Finanzas, 18 presidentes de bancos
centrales y 8 líderes de organizaciones internacionales.
Taro Aso,
ministro de Finanzas de Japón, dijo a sus colegas que no habría
ganadores en una carrera por elevar los aranceles a los bienes
extranjeros.
"Ningún país va a beneficiarse
adoptando políticas que sólo miran hacia adentro. Si se difunde el
proteccionismo, habrá menos riqueza para repartir entre todos", dijo luego en conferencia de prensa.
Sin
embargo, no fue la única preocupación entre los ministros. El gran
endeudamiento y las amenaza de default de países en vías de desarrollo
fue otra de las preocupaciones del G-20 financiero, del FMI y del Banco
Mundial, en especial para los rusos.
Vitor Gaspar, de nacionalidad portuguesa, es Director del Departamento de Finanzas Públicas del Fondo Monetario Internacional; y Laura Jaramillo,
Subjefa de la División de Operaciones Fiscales II en el Departamento de
Finanzas Públicas del FMI, escribieron un informe titulado "Reducir la deuda elevada":
"La
deuda mundial batió un nuevo récord de US$ 164.000 Millones en 2016, el
equivalente a 225% del PIB mundial. Tanto la deuda pública como la
privada aumentaron marcadamente en la última década. La
deuda elevada expone el financiamiento de los gobiernos a cambios
bruscos en la actitud del mercado. También limita la posibilidad de los
gobiernos de apuntalar la economía en caso de una desaceleración o
crisis financiera.
Los
países deberían aprovechar la ventana de oportunidad que brinda la
recuperación económica para mejorar el estado de sus asuntos fiscales.
Los países
deberían aprovechar la ventana de oportunidad que brinda la recuperación
económica para mejorar el estado de sus asuntos fiscales. (...) La
mayor parte de la deuda mundial corresponde a las economías avanzadas.
Sin embargo, en los últimos
diez años, las economías de mercados emergentes han sido las
responsables de la mayor parte del aumento. (...) En las economías de
mercado emergente, la deuda pública se encuentra en niveles solo
observados durante la crisis de la deuda de la década de 1980.
(...) Además, la deuda de los países en desarrollo de bajo ingreso
aumentó 13 puntos porcentuales en los últimos cinco años. (...) El costo del servicio de la deuda, junto con la deuda, ha aumentado rápidamente en los países en desarrollo de bajo ingreso. La
carga de intereses se ha duplicado en los últimos 10 años hasta
alcanzar cerca del 20% de los impuestos. El aumento del costo refleja en
parte la creciente dependencia de la deuda en condiciones no
concesionarias, ya que los países han obtenido acceso a los mercados
financieros internacionales y han ampliado la emisión de deuda interna a
los no residentes. (...) Si se reducen ahora la deuda y el
déficit de un país, disminuye también su vulnerabilidad a los cambios en
la confianza del mercado. Además, se garantiza que las autoridades
dispongan de recursos suficientes para actuar en caso de recesión,
precisamente cuando los multiplicadores fiscales son mayores. (...)".