La propuesta colectiva del sector privado para el crecimiento sostenible e inclusivo en las Américas
Con la región todavía enfrentando múltiples desafíos económicos y sociales por la pandemia del Covid-19, irrumpió la guerra en Ucrania, aumentando las tensiones globales. Se trata de dos catástrofes de diferente origen, pero que nos hacen apreciar de igual modo la importancia que tiene la capacidad de resiliencia del ser humano.
Pensábamos en ello al observar el papel del sector privado durante esta etapa disruptiva y de tensiones globales, que exige acciones decididas y certeras, que se cristalicen en una agenda pragmática de reformas.
Impera que estas reformas se erijan con los pies en la tierra y con la estrategia de involucrar a todos, reforzando así la pertinencia de los cambios: gobiernos, sector privado, organizaciones multilaterales y la sociedad civil, cada uno con sensibilidades propias, pero navegando en el mismo barco.
Tan relevante es el contenido de una propuesta de cambios como la forma en que se procesa. Las reformas refuerzan su legitimidad cuando brillan con el halo del empoderamiento.
En ese sentido, y aprovechando la experiencia acumulada en estos años, el Diálogo Empresarial de las Américas (ABD, por sus siglas en inglés), presentó a los gobiernos de la región el Reporte ABD 2022 con políticas muy pertinentes: 32 recomendaciones -y acciones específicas que las desarrollan.
Que sea un plan ambicioso no niega su posibilidad ni mucho menos su urgencia, pues, sabemos que el crecimiento económico hoy adquiere identidad cuando lleva el apellido compuesto de sostenibilidad e inclusión, que, como muestra la evidencia empírica, es un aliado ineludible del desarrollo.
Y nadie mejor para esta tarea que ABD, mecanismo regional de diálogo y acción colectiva liderado por el sector privado y facilitado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Su objetivo de generar un intercambio de alto nivel entre los sectores público y privado de la región para la formulación e implementación de políticas públicas, y sus más de 400 miembros del continente que representan a empresas y organizaciones de todos los sectores de la economía, la convierten en una caja de resonancia apropiada para escudriñar un entorno disruptivo que exige acciones más que expresiones de deseo.
El documento, que recoge las recomendaciones 2022, se divide en cuatro pilares e incluye políticas y medidas específicas para su implementación, así como indicadores de rendimiento.
Gobernanza democrática fuerte e inclusiva
El pilar 1 plantea dos propiedades necesarias para un gobierno democrático efectivo: transparencia e integridad que son también las que contribuyen a la solidez del sistema y a la “restauración de la confianza social en las instituciones y mercados”, además de ser clave para el combate a la corrupción.
En ese sentido, se considera apropiado introducir buenas prácticas regulatorias, herramientas digitales y modernización de los sistemas de contratación pública.
También la gobernanza se fortifica cuando el mercado del trabajo y la economía son más diversos e inclusivos. Políticas en esa dirección, por otro lado, contribuyen al desarrollo y a la equidad, como se demuestra cuando aumenta la participación de la mujer en el mercado de trabajo y en la economía, así como más personas de grupos diversos, y una mayor participación de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMEs).
Se trata de medidas que siempre afianzan el estado de derecho.
Crecimiento equitativo y prosperidad
Como muestra la evidencia empírica, el crecimiento económico de calidad tiene como elemento central el comercio de bienes y servicios, lo que en nuestra región es necesario fortalecer a través de la mejora y modernización de los procedimientos aduaneros y promoción de la convergencia regulatoria de los países.
Todo ello facilitaría el comercio intrarregional, junto al desarrollo de una economía digital que viene en ascenso, pero que tiene mucho más potencial si se fortalece la conectividad que es muy desigual, todo un enfoque del pilar 2.
Pero no es suficiente, porque un crecimiento inclusivo y de calidad depende también de otros factores: de un sector financiero sólido, resiliente y globalmente integrado; más inversión en infraestructura, ajustada a estándares internacionales; una apuesta a la innovación a través de un entorno seguro para las inversiones; aumento de los recursos destinados a la investigación y una mejora de la calidad de la educación.
Futuro verde y de energía limpia
El aspecto de cuidado del medio ambiente no puede estar ausente de un plan integral de desarrollo, el pilar 3 del documento empresarial.
El combate al cambio climático; el cumplimiento de los compromisos del Acuerdo de París; el apoyo al crecimiento de tecnologías bajas en carbono y de cero emisiones; más integración de diferentes energías renovables y el reforzamiento de la sostenibilidad agropecuaria y urbana, junto con un marco de inversión ambiental, social y de gobernanza (ASG), son las principales medidas para contrarrestar el calentamiento global por la actividad humana.
El papel de la salud
La experiencia de la pandemia del Covid-19 es más que suficiente para incluir el sistema de salud como asunto central del pilar 4.
“Asegurando la salud, la recuperación y la resiliencia”, contiene recomendaciones que apuntan a garantizar el espacio fiscal suficiente y promover financiamiento innovador para el sector; acelerar el desarrollo de la salud digital; promover la convergencia regulatoria para el desarrollo de nuevos medicamentos, vacunas y dispositivos médicos; y posicionar a la región como destino de inversiones y parte relevante de la cadena de suministro global de la salud.
Principios inspiradores
A lo largo de las 32 recomendaciones se pueden identificar temas transversales que inspiran el reporte en su conjunto. En general, las sugerencias empresariales toman debida nota de la situación de la región luego de la pandemia del Covid-19 y, por ello, es que el documento descansa en los conceptos de recuperación y de las capacidades para sobreponerse a situaciones extremas.
Ideas pensadas para cada particularidad, pero que comparten herramientas fundamentales para el avance en los objetivos comunes, como son la integración regional -que permite facilitar el flujo de personas, bienes, servicios y capitales-, la armonización de marcos regulatorios y la digitalización para aumentar la competitividad regional y crear mercados más eficientes y transparentes. Y lo que constituye la razón de ser de ABD, las alianzas público-privadas, clave para desarrollar soluciones integrales e innovadoras a problemas complejos.
Alentamos a las empresas del continente que aún no lo han hecho a unirse a ABD y colaborar con los gobiernos de la región en aras de consolidar un crecimiento sostenible e inclusivo para nuestra región.
Y como el tango se baila de a dos, invitamos a los gobiernos a revisar y considerar las recomendaciones ABD en sus decisiones de política pública.
El sector privado nos está haciendo un gran aporte a partir del desastre pandémico de la región, que todavía estamos sufriendo, desde la propia experiencia empresarial.
Sin elucubraciones, la vulnerabilidad económica y social ha dominado el lenguaje de la crisis, sumándose la fragilidad de la condición humana en situaciones de catástrofe.
Es en estos momentos de rupturas o interrupciones cuando más se aprecia un documento que nos habla de un futuro esperanzador, cuyas 70 páginas están impregnadas de sostenibilidad, resiliencia y equidad.