Ciudad de Washington, 1 de octubre de 2012
– Los empleos son la piedra angular del desarrollo y sus beneficios van
mucho más allá de los simples ingresos. Son fundamentales para reducir
la pobreza, hacer que las ciudades funcionen y proporcionar a los
jóvenes opciones de participación social, dice un nuevo informe del
Banco Mundial.
El
Informe sobre el desarrollo mundial 2013: Empleos
pone hincapié en el rol del sector privado en la creación de puestos de
trabajo y describe de qué manera los trabajos que más aportan al
desarrollo pueden desencadenar un círculo virtuoso.
El informe
revela que la pobreza disminuye a medida que las personas encuentran
trabajos que les ayudan a superar las dificultades, y que las mujeres
trabajadoras, empoderadas por los empleos, invierten más en sus hijos.
La eficiencia aumenta en la medida en que los trabajadores mejoran sus
habilidades, aparecen más trabajos productivos y desaparecen los menos
provechosos. Por último, las sociedades florecen cuando los empleos
promueven la diversidad y proporcionan alternativas a los conflictos.
“Un buen empleo puede cambiar la vida de una persona y cuando los
puestos de trabajo son adecuados, pueden transformar sociedades
completas. Los gobiernos deben poner este tema en primer plano para
promover la prosperidad y luchar contra la pobreza”, sostuvo el
presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim.
“Es fundamental que los gobiernos trabajen bien con el sector privado,
el cual da cuenta del 90% de todos los puestos de trabajo. Por lo tanto,
tenemos que encontrar la mejor manera de ayudar a empresas y fincas
pequeñas a crecer. El trabajo es sinónimo de esperanza. El trabajo es
sinónimo de paz. El trabajo le da estabilidad a un país frágil”.
Los autores del informe destacan que los empleos que tienen el mayor
beneficio para el desarrollo son aquellos que aumentan los ingresos,
hacen funcionar mejor las ciudades, conectan a la economía con los
mercados mundiales, protegen el medioambiente y le dan a la gente
espacios de participación en su sociedad.
“Los empleos son el mejor seguro contra la pobreza y la vulnerabilidad”, indicó
Kaushik Basu, economista en jefe y vicepresidente superior del Banco Mundial. “Los gobiernos pueden desempeñar un rol habilitador vital creando un entorno que estimule la demanda de mano de obra”.
La crisis económica mundial y otros sucesos recientes han puesto el
tema del empleo en el centro del diálogo sobre el desarrollo. Los
autores del IDM, que procesaron más de 800 encuestas y censos para
arribar a sus conclusiones, estiman que a nivel mundial, hay más de
3.000 millones de personas con empleos, pero casi la mitad se desempeña
en labores agrícolas, pequeñas empresas familiares o como jornaleros
estacionales, con muy pocas redes de protección o en ocasiones sin
ellas, y con bajos salarios.
“El desafío en el segmento juvenil es por sí solo impactante. Más de
620 millones de jóvenes no trabajan ni estudian. Solo para mantener las
tasas laborales estables, la cantidad de empleos a nivel mundial tendría
que aumentar en unos 600 millones durante los próximos 15 años”,
sostuvo
Martin Rama, director del IDM.
Pero en muchos países en desarrollo –donde predomina el trabajo
agrícola y por cuenta propia y donde, en el mejor de los casos, las
redes de seguridad son modestas– las tasas de desempleo suelen ser
bajas. En esos sitios, la mayoría de los pobres trabaja largas jornadas,
pero el ingreso igual no alcanza para llegar a fin de mes. Además, la
violación de los derechos básicos es bastante común. De esto se
desprende que la calidad de los trabajos es fundamental, no solo la
cantidad.
El Informe propone un enfoque en tres etapas para ayudar a los gobiernos a cumplir estos objetivos:
- En primer lugar, debe haber bases sólidas, lo que incluye
estabilidad macroeconómica, un entorno propicio para hacer negocios,
capital humano y estado de derecho.
- En segundo lugar, las políticas laborales no deben convertirse en
obstáculo para la creación de empleos; además, deben permitir la
participación y brindar protección social de los más vulnerables.
- En tercer lugar, los gobiernos deben identificar cuáles son los
empleos que más ayudan al desarrollo dado el contexto específico del
país y remover o compensar las barreras a la creación de este tipo de
empleos por parte del sector privado.
Es vital comprender el desafío específico en materia laboral que
enfrenta un determinado país o región, ya que hay diferencias
sorprendentes en la estructura del empleo entre regiones, géneros y
grupos etarios. Por ejemplo, seis de cada siete trabajadores de Europa
oriental y Asia central son asalariados, pero cuatro de cada cinco de
África al sur del Sahara son campesinos o trabajan por cuenta propia.
Muchas más mujeres que hombres se desempeñan en trabajos no remunerados
en países de ingreso bajo y bajo-mediano. Por otra parte, en los países
de ingreso mediano, las mujeres son más propensas a ser asalariadas,
aunque con demasiada frecuencia ganan menos que los hombres.
Las prioridades en materia de políticas son diferentes en las
sociedades agrarias respecto de los países urbanizados. En el primer
caso, aumentar la productividad de las pequeñas fincas es prioritario,
mientras que en el segundo, es vital contar con mejor infraestructura,
conectividad, vivienda y planificación urbana. La demografía también es
importante. En África al sur del Sahara, 10 millones de jóvenes ingresan
a la fuerza laboral todos los años, pero en muchos países de ingreso
mediano la población está envejeciendo y en algunos, la fuerza laboral
incluso se está reduciendo. Para enfrentar el alto desempleo juvenil, se
requiere que este segmento tenga capacidades y destrezas y que se
eliminen los privilegios a la hora de acceder a empleos y mercados. Al
contrario, en las sociedades que envejecen se necesita una vida activa
más prolongada y protección social asequible.
Centrarse en las características claves de los diferentes países
puede ayudar a identificar con mayor claridad cuáles son los tipos de
trabajo que más contribuyen al desarrollo en cada caso. Este enfoque
permite analizar las posibles soluciones de compromiso entre nivel de
vida, productividad y cohesión social en un contexto determinado.
Además, dicha labor ofrece pistas sobre los obstáculos que enfrenta la
creación de empleos y, en última instancia, sobre cuáles son las
prioridades para las autoridades a medida que identifican las
restricciones más importantes a la creación de puestos de trabajo y cómo
superarlas.
Los encargados de formular políticas deben enfrentar estos desafíos
respondiendo preguntas tales como: ¿Deberían los países formular sus
estrategias de desarrollo en torno al crecimiento o deberían centrarse
en el empleo? ¿Se puede promover el espíritu empresarial, especialmente
entre las microempresas de los países en desarrollo, o la habilidad
empresarial es innata ? ¿Es la mayor inversión en educación y
capacitación un prerrequisito para la empleabilidad o se pueden generar
habilidades a través del trabajo? ¿También se deben proteger los empleos
y no solo a los trabajadores durante crisis y cambios estructurales?
Los programas laborales a nivel de cada país están vinculados con la
migración de personas y de empleos. Por lo tanto, las políticas que se
aplican en un país pueden tener efectos adicionales en otros, tanto
positivos como negativos. En este sentido, el informe analiza si los
mecanismos de coordinación internacional, como los acuerdos de migración
bilateral, pueden realzar los impactos benéficos y mitigar aquellos
perjudiciales.
”Para situar el tema laboral en el primer plano, también debemos
contar con datos confiables y desagregados a nivel nacional que abarquen
más que solo los empleos formales y urbanos”, agrega Rama.
El Grupo del Banco Mundial promueve el crecimiento del empleo a
través de sus dos principales canales de apoyo al mundo en desarrollo
–el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y la
Asociación Internacional de Fomento (AIF)– así como también a través de
la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) y
el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA, por sus
siglas en inglés). La asistencia se entrega a modo de asesoría en
materia de políticas, apoyo para el desarrollo del sector privado y
préstamos y programas para promover la urbanización, la infraestructura y
el desarrollo humano (inclusive la protección social).